Shuttlecock/Blueberry Pies I and II (detail), 1999
Apple Core, Israel Museum Art Garden
Spoonbridge and Cherry, 1985-1988
aluminum, stainless steel, paint
aluminum, stainless steel, paint
ANISH KAPOOR, THE CLOUD GATE. 2004-2006
Para el filósofo francés Michel Foulcault, el espacio es la dimensión más
significativa para la humanidad contemporánea. Hoy en día el espacio se concibe a partir
del tipo de uso que le dan las relaciones sociales que en él se llevan a cabo. En el
espacio “contemporáneo”, una acepción fundamental para las prácticas comunicativas es
la del espacio público, un escenario virtual que se forma originado en la interacción de los
habitantes de una ciudad.
Para Jugen Habermas, el espacio público, para ser definido como tal, debe ofrecer
las siguientes características:
La “inclusividad”, es decir, que este espacio es accesible para todos sin distinción.
Carácter igualitario. No sólo tiene acceso a él cualquier persona, sino que además,
en su interior, nadie tiene prioridad sobre alguien, se comparte por todos los
participantes desde una posición igualitaria.
Se refiere a la apertura, en el sentido de que cualquier asunto, sin
restricción, puede ser lanzado a discusión entre todos los participantes del espacio
público.
Su función principal radica en poder albergar una verdadera discusión heterogénea
y simultáneamente accesible para todas las perspectivas. El espacio público juega un
papel esencial en la comunicación entre ciudadanos, se encuentra, por definición, libre de
intereses exclusivos (aunque la contaminación publicitaria parece atentar contra este
punto). Su facilidad y rapidez de acceso permite el intercambio de discursos de distinta
naturaleza, forma y contenido.
Para el filósofo francés Michel Foulcault, el espacio es la dimensión más
significativa para la humanidad contemporánea. Hoy en día el espacio se concibe a partir
del tipo de uso que le dan las relaciones sociales que en él se llevan a cabo. En el
espacio “contemporáneo”, una acepción fundamental para las prácticas comunicativas es
la del espacio público, un escenario virtual que se forma originado en la interacción de los
habitantes de una ciudad.
Para Jugen Habermas, el espacio público, para ser definido como tal, debe ofrecer
las siguientes características:
La “inclusividad”, es decir, que este espacio es accesible para todos sin distinción.
Carácter igualitario. No sólo tiene acceso a él cualquier persona, sino que además,
en su interior, nadie tiene prioridad sobre alguien, se comparte por todos los
participantes desde una posición igualitaria.
Se refiere a la apertura, en el sentido de que cualquier asunto, sin
restricción, puede ser lanzado a discusión entre todos los participantes del espacio
público.
Su función principal radica en poder albergar una verdadera discusión heterogénea
y simultáneamente accesible para todas las perspectivas. El espacio público juega un
papel esencial en la comunicación entre ciudadanos, se encuentra, por definición, libre de
intereses exclusivos (aunque la contaminación publicitaria parece atentar contra este
punto). Su facilidad y rapidez de acceso permite el intercambio de discursos de distinta
naturaleza, forma y contenido.
El arte público ha sido desde hace tiempo una parte relevante del desarrollo de las artes en varias partes del mundo y en diversas épocas. Empezando por las catedrales góticas de la edad media. La relevancia del arte público hoy en día se da, como una lucha entre la estancia del arte en sus antiguos establecimientos: museos, galerías, salones privados, etc. Sin que sea posible el disfrute de ellos por el resto de la sociedad.
El arte público se ha caracterizado por poseer una gran fuerza política, esto es básico, pues al ser y estar destinada a un espacio público, se convierte en una practica política.
Pero quizás la fórmula más contemporánea de una nueva burocracia estética llevada a cabo con fines políticos ha sido la de concebir la totalidad de la ciudad como un museo al aire libre –en concordancia con nuestra cultura del ocio y del espectáculo. La idea de modernidad está inextricablemente ligada a la idea de museo.
Durante las últimas cuatro décadas, el programa fundamental de estos artistas ha consistido en subrayar su distanciamiento crítico con respecto a la autonomía del arte, comprometiéndose en los retos estratégicos de las estructuras de la ciudad y proponiendo una transformación crítica de la cultura desde dentro, inmersa en el debate público desde la propia ciudadanía (para ello se apropian de los medios de comunicación, exploran el entorno, la educación, el espectáculo, la propia Institución del Museo, etc.)
Figueroa, Fernando: Graphitfragen. Reflexiones estéticas y éticas sobre el Graffiti
contemporáneo. Minotauro digital, 2006.